Pepe El Ferreiro

Pepe El Ferreiro en la Museo Etnográfico de Grandas de Salime. ©Miki López, 2006
El Ferreiro
Viajé a Grandas por primera vez en 1992. Era invierno y nunca había imaginado que un ruta en coche por el interior de Asturias podía prolongarse más de 4 horas, pero el caso es que en aquella jornada entendí perfectamente el concepto del aislamiento rural.
Salimos de Oviedo en el viejo Renault 7. Trubia, Grado, La Espina, Tineo… Al llegar a Pola de Allande llevábamos más de 2 horas y media de viaje y todavía nos quedaba remontar el Puerto del Palo, llegar a Berducedo y descender a Grandas. Un viaje de menos de 200 km que se hacía eterno en los trazados estrechos de carreteras sinuosas y mal asfaltadas.
Por aquel entonces conocí a Pepe El Ferreiro, un personaje de semblante serio que se escondía entre una enorme boina y una espesa barba oscura. Un pozo de sabiduría etnográfica cargado de orgullo asturoccidental y que ya por aquel entonces era muy consciente del despoblamiento y de sus consecuencias.
Posiblemente fue eso lo que llevó a este grandalés de fuerte carácter a investigar, rescatar y proteger una gran parte del patrimonio etnográfico del Suroccidente asturiano con el proyecto inicial de lo que llegó a convertirse en uno de los museos de la cultura tradicional más importante de España.
Los años y una leve mejora en las infraestructuras nos acercaron Grandas de Salime a un par de horas de viaje, pero la enfermedad del aislamiento sigue latente en la comarca. Al menos la obra de Pepe se mantendrá viva en Grandas como un monumento a la tradición gracias al Museo Etnográfico que espero que pronto lleve su nombre. Que menos.