Enormes

Mujer en la huerta. Cangas del Narcea. ©Miki López 2006
Son enormes
No pierden la sonrisa porque son felices haciendo lo que hicieron toda la vida. El campo es su casa, la casa de la gente que no lo tuvo fácil en aquellos tiempos de posguerra en los que el hambre rompía familias obligando a esa emigración que hoy tendemos a menospreciar.
Los que se quedaron siguieron trabajando para sacar a sus familias de la pobreza, procurando dar a los que venían lo que ellos nunca tuvieron.
Gracias a ellos somos lo que somos, pero posiblemente nos hubiese ayudado a ser mejores el haber sentido en nuestras carnes una mínima parte del esfuerzo que emplearon para sacarnos adelante. Son enormes.